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Muy personal

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Ruth Palomero 4697 16 de enero de 2023

Allá por el año 2011 comenzaba mi andadura en la empresa.

A principios del 2011 trabajaba de comercial de farmacia. Nació mi hija pequeña en febrero y me despidieron al incorporarme después de la baja maternal. Estabamos inmersos en la crisis que empezó en el 2008. Ese mismo año, con mi hija pequeña de meses y la mayor con cuatro años, decidí crear una tienda online para vender las mandarinas Clemenvilla del huerto de mi suegro.

Sin ninguna experiencia previa en empresa, ya que mis padres no son empresarios, encargué una tienda virtual a un chaval de Cullera y mi marido, que es profesor de informática, me ayudó manteniendo y mejorando la web. Con mi Renault Scenic y mis cajones de recolectar, me iba al huerto a recoger las clemenvillas que habia vendido y las complementaba recolectando Navelina que le compraba a algún otro agricultor que me quisiera vender una parte de la cosecha, (lo cual dificultaba que me las quisieran vender). Después, las preparaba en cajas, con albaranes de envío que hacia manualmente, uno a uno. Esperaba a la empresa de transporte y cuando se llebavan las naranjas, hacía la atención al cliente, marketing, contabilidad, etc.

Un poco más tarde le compramos a mi cuñado el huerto adyacente para plantar más Clemenvilla. Ese huerto no había estado cultivado desde hacía años y no quisimos «ensuciar» esa tierra con productos químicos. Así, desde el principio, hicimos cultivo ecológico y transformamos también el huerto de mi suegro. La verdad es que nos ha costado mucho pero parece que el próximo año empezará a ser productivo. Después alquilamos dos huertos que también hemos transformado a ecológicos.

Ha pasado ya más de una década. Cuando miro atrás tengo una mezcla de emociones. Mucho esfuerzo, sacrificio, miedos, etc. Ha habido momentos de mucho estrés y un continuo esfuerzo por adaptar la empresa a un crecimiento progresivo. No ha sido fácil.

Pero también mucha satisfacción de ver la empresa que hemos creado. Una empresa con alma. Con unos clientes fabulosos que han sabido entendernos. Nuestro mejor pago es cuando escriben los clientes encantados con las naranjas y mandarinas que les hemos enviado.

A veces Lili, la jefa del almacén y yo, recordamos todas las cosas que nos han pasado en estos más de diez años, como el día que, por una tormenta, se rompió el techo de la nave antigua y llovía dentro mojando todas las cajas preparadas para envasar las naranjas, o cuando teniendo todos los pedidos preparados el camión no pasó a por ellos por que se olvidó de nosotros, o cuando fuimos a recolectar un huerto y no habia naranjas porque las habian robado todas. Últimamente también estamos sufriendo competencia desleal, intentando aprovecharse de nuestro esfuerzo y sacrificio de tantos años.

Hemos superado y superaremos todo gracias al enorme valor humano que tiene esta empresa. Desde casi el principio con mis amigas Lili e Ingrid. Como pilar fundamental nuestro amigo Vicent haciendo que esta pequeña empresa tenga una web y un sistema informático y de trazabilidad de primerísimo nivel, que siempre decimos que es un «Ferrari». Un poco más tarde se incorporó Esther a la oficina, con una valia impresionante, lo gestiona todo a la perfección, y Joan, que se encarga de los agricultores que nos suministran la naranja y de la gestión de la recolección. También, como no, todos los demás trabajadores y trabajadoras de la primera a la última, que hacen su trabajo siempre procurando que todo salga bien. No puedo dejar de hablar de Gisela y Jocelyn, nuestras formidables traductoras, la calidad de cuyos textos seguro saben apreciar.

Hablando de mí, me considero una persona empática y me gusta caminar por caminos justos. No pretendo ser modelo de nada, soy humana e imperfecta, solo quiero dormir tranquila. Tampoco me interesan inversores, grandes proyectos o campañas de publicidad en las que como consumidora no creo. Pretendo seguir haciendo lo que hacemos, seguir aprendiendo y mejorando cada día y llegar a más gente, por nuestro trabajo bien hecho.

Tengo que hablar de mi familia, especialmente mi marido, Ximo. Él ha puesto en la empresa trabajo e ilusión a partes iguales y por su exigencia y perfeccionismo ha sido mi complemento ideal. Sabe alentarme cuando pienso que no lo puedo conseguir y tranquilizarme cuando hay problemas. También mi padre, que siempre está disponible de «chico para todo» y las abuelas que han cuidado de nuestras hijas con inmenso amor cuando nosotros no hemos podido por el trabajo.

Y a mis hijas, siempre, porque son el motor de mi vida.

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